La Trochita en primavera: un viaje en el tiempo entre paisajes renovados

Con la llegada de la primavera, el Viejo Expreso Patagónico vuelve a convertirse en uno de los atractivos más buscados de la cordillera chubutense. Historia, naturaleza y cultura se encuentran en un recorrido que es mucho más que un paseo: es una experiencia que conecta con el corazón de la Patagonia.

Una joya histórica sobre rieles

La Trochita, oficialmente conocida como Viejo Expreso Patagónico, es uno de los trenes más emblemáticos del mundo. Sus locomotoras a vapor, fabricadas en Alemania y Estados Unidos a principios del siglo XX, aún conservan la trocha angosta de apenas 75 centímetros que le da su apodo cariñoso.

Con los años, este tren pasó de ser un medio de transporte aislado en la Patagonia profunda a transformarse en un verdadero ícono turístico y cultural, declarado Monumento Histórico Nacional. Subirse a La Trochita es viajar en el tiempo: desde el sonido metálico de las ruedas sobre los rieles hasta el silbato que resuena en las montañas.

El recorrido hacia Nahuel Pan

Hoy el trayecto más elegido es el que parte desde la Estación Esquel hasta Nahuel Pan. Son 19 kilómetros que parecen cortos en distancia, pero inmensos en sensaciones. El tren avanza lentamente por la estepa y la cordillera, atravesando paisajes únicos como la famosa “Curva del Huevo”, donde los pasajeros pueden ver cómo los vagones se doblan casi por completo alrededor de la montaña.

En primavera, la experiencia se enriquece con colores y aromas: los cerros se tiñen de verde, aparecen las primeras flores silvestres y el clima más templado invita a disfrutar de cada momento del viaje con las ventanillas abiertas.

Encuentro con la cultura mapuche-tehuelche

La llegada a la Estación Nahuel Pan abre una nueva etapa de la aventura. Allí, los viajeros cuentan con un tiempo para recorrer la feria de artesanos y el Museo de Culturas Originarias, donde la comunidad mapuche-tehuelche comparte su historia, cosmovisión y tradiciones.

La Casa de las Artesanas ofrece tejidos, cerámicas y trabajos hechos a mano que son verdaderas piezas de identidad patagónica. Además, en los pequeños puestos se pueden degustar tortas fritas y productos regionales, ideales para acompañar con una charla y un paisaje que invita a quedarse.

Una experiencia que va más allá del tren

El viaje comienza incluso antes de subirse: la Estación Esquel conserva su estilo ferroviario original y cuenta con un “Paseo Ferroviario” donde se pueden ver vagones, locomotoras y elementos históricos. Ya en el trayecto, guías especializados narran las anécdotas del tren, cuentan la historia de los ferroviarios y relatan la importancia cultural de La Trochita para la región.

Dentro del tren, un pequeño coche bar ofrece café y snacks, y en temporada suelen sumarse propuestas culturales que enriquecen la experiencia. Todo en un marco cálido, familiar y cercano.

Primavera: el mejor momento para subirse

Si bien La Trochita funciona todo el año, la primavera le da un encanto particular. El contraste entre los cerros nevados en las alturas y los valles que empiezan a florecer convierte al recorrido en una postal viva de la Patagonia. Además, las temperaturas agradables permiten disfrutar tanto del viaje como de las actividades al aire libre en Nahuel Pan.

La Trochita no es solo un tren: es un símbolo de la historia patagónica que sigue vivo gracias al trabajo de ferroviarios, comunidades locales y turistas que llegan de todo el mundo para conocerlo. Un recorrido breve en kilómetros, pero inmenso en emociones, que en primavera se viste de colores nuevos para regalar a cada pasajero un recuerdo imborrable.

Fotos: Diario Río Negro / Turismo Trevelin

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